Osvaldo conocía los entramados de la política bonaerense del derecho y del revés y lo fascinó un tema poco trabajado y hasta casi desconocido, la ecología. Cuando al inicio de los 90, como presidente de la Cámara de Diputados pcial, realizó el pacto ecológico bonaerense, aceptó las críticas, pero no se cansó de decir que las grandes empresas violaban todas las normas y con los residuos que derrochaban al mar, ríos canales etc. estaban sentenciando a las próximas generaciones. Estaba bien rumbeado porque sería uno de los temas principales para los jefes de estado del primer mundo en las siguientes décadas.

Recuerdo también cuando puso el foco en la discapacidad, era insólito que un político de la provincia más importante del país, con tantas urgencias y olvidos, pensara en los invisibles que no tenían ningún respaldo ni compasión.

Los combatientes de Malvinas también eran invitados una y otra vez para ser escuchados y mejorar lo poco que habían recibido del pueblo argentino.

El recinto de la cámara de diputados en los años 90 estaba abierto para todas las minorías que no tenían voz hasta el momento.

Pero siempre recuerdo con profunda emoción un momento clave de nuestra historia: el 2001.

Mientras el país ardía y las cacerolas se rompían de tanto golpe al grito de “que se vayan todos” Osvaldo Mércuri presidió una sesión especial para prorrogar los créditos hipotecarios imposibles de pagar ante semejante crisis financiera e institucional que vivía el país.

Y ahí estaban los damnificados, llorando de emoción y agradeciendo que no los dejaron  solos. No sólo no iban a perder su casa, sino que tampoco iban a perder su dignidad.

Fueron muchos años acompañando a su equipo eficaz y certero. Con un compromiso inapelable, recorrimos la provincia de Buenos Aires sin cansancio. Nos divertimos y trabajamos a destajo, pero lo más importante es haber aprendido que las urgencias no pueden esperar, que hay personas que necesitan más de lo que imaginamos y que Osvaldo entendió eso a la perfección y lo llevó a la práctica con convicción y alegría.


Marcela Milone / Periodista / 2025